La Agenda Semanal

Una selección de propuestas de ocio y cultura en Madrid

15 octubre, 2009

La Agenda en camiseta (¿cuanto llegará el frío?)

No es inútil viajar,
porque es cierto que todas las ciudades
amanecen de un modo parecido,
pero la noche llega en cada una
de manera distinta.
De día pueden verse
secretarias, conserjes, policías,
músicos callejeros y soldados,
dependientas que escuchan y sonríen,
oficinistas con olor a instancia,
conductores, extraños sacerdotes,
ejecutivos humillados.
Igual en todas partes,
porque apenas existen los kilómetros.
Pero existe la noche,
la soledad que borra los oficios
en un mundo habitado solamente
por hombres y mujeres,
confidencias de amarga valentía.

En las ciudades pueden encontrarse
relojes que se paran en la última copa,
la luna sobre un taxi
y todos los poemas que te escribo
(Luis García Montero, Completamente Viernes)



Estimados agenderos,

Este fin de semana os invito a viajar, a coger la maleta y a marcharos. Y si esto no es posible, os invito a viajar con la imaginación y a dibujar bocetos de todos los lugares que queréis visitar.

Para más invitaciones, este espacio. Ya sabéis donde.

CINE

Paris. Me pregunto qué pensará ese chico con el que me cruzo casi todas las mañanas. Creo que trabaja cerca de mi casa, quizás en ese bloque de oficinas que hay al lado de la plaza. ¿A qué se dedicará?. Hoy he descubierto que habla francés. Iba charlando por el móvil y al pasar por mi lado, lo he oído parlotear con una fluidez que me hace pensar que es de ese país. Me mira de reojo cuando nos cruzamos. Hasta mañana- decimos -aunque ninguno de los dos pronuncie esas palabras.

Llegando a Colón me cruzo con esa chica. Esa chica que gasta zapatos de charol y que adorna su cortísimo pelo con un detalle imposible (una flor, una diadema, unas horquillas…). Viste vaqueros casi siempre y aunque su estilo es descaradamente moderno, sus complementos son más propios del siglo XIX que de éste. Me mira, me reconoce y una fingida indiferencia nos invade a las dos. Hasta la vista- decimos- a pesar de que ninguna haya movido los labios para dejar salir esas palabras.

Ya casi llegando a la oficina me cruzo con el último de mis habituales. Me ve subir por Génova y yo a su vez lo veo bajar a él. Y de pronto la risa nos invade la cara: otra vez, otra vez tú. Él aminora el paso, como si quisiera alargar esos breves segundos en que su brazo y el mío coincidirán en el mismo plano, en el mismo espacio. Yo sin embargo lo acelero, porque me da vergüenza que me vea reírme de esta extraña y rutinaria coincidencia que tenemos todos los días. Que te vaya bonito- decimos- aunque ni él ni yo hayamos emitido ningún sonido.

Esta es la vida que veo cada mañana en mi paseo hacia el trabajo, e incluso a veces agenderos, me siento a contemplar el devenir de otras vidas sin ninguna intención de participar en ellas. Sólo quiero verlas pasar. Porque viendo otras vidas, entiendo un poquito más la mía.

Una ciudad (Paris) y un observador (un bailarín enfermo del corazón) que de pronto se para a mirarlo todo y a todos. Los críticos han dicho que “Paris” es una película perfecta para pasear por la ciudad de la luz. Película de esas en las que parece que no pasa nada, pero realmente son muchas las vidas y gentes que pasan por ella.

Si no sabéis qué hacer este fin de semana ¿qué tal si os dais una vuelta por esta ciudad idílica?.


New York, I Love you. Y de verdad de la verdura que I love you… aunque lo nuestro de momento sea un amor platónico. Pero ¿sabes? te prometo, te prometo, que cualquier día de estos me planto allí y te doy un beso. Y ya sabes que yo no soy de esas que no cumplen sus promesas.

Cualquier día de estos, me tienes por tus calles, por tus parques, o por tu magnifica biblioteca. Cualquier día de estos llego y te pido que me enseñes uno de tus bonitos bares de esos que salen en las películas, donde las parejas se lanzan miraditas, o se lanzan las bebidas a la cara. Cualquier día de estos te pido que me muestres la quinta avenida, me invites a un perrito y a un café en una esquina, y de pronto me digas una de esas frases que dicen ¿sólo? en las películas.

Si, cualquier día de estos me presento para que me descubras uno de tus teatros, y te pido que llueva a la salida y empezar a correr para ponerme a buen recaudo, y acabar empapada frente a un portal diciendo como dicen algunas (en las películas): ¿te apetece subir y tomarte algo?

Cualquier día de estos, llega la despedida, y llorando te digo, que la distancia no será el olvido, que te llevo en el alma, que lo nuestro es sincero, que hay un final feliz (como el de las películas) y que nuestra historia no se acaba aquí.

Y si acaba no importa, porque tengo otras once guardadas en la recámara. Once relatos de amor y desamor con un escenario común: Nueva York. Once directores que han dado su particular visión de esta ciudad y de las relaciones de pareja. Entre los protagonistas, Orlando Bloom, Ethan Hawke, William Hurt o Natalie Portman.


TEATRO

Direkta-Mente. ¿Os imagináis tener el poder de leer la mente? ¿Os imagináis lo que sería mirar a alguien a los ojos y saber lo que piensa? ¿Os imagináis que nadie tuviera secretos para nosotros?.

Yo de vez en cuando me lo imagino, y sinceramente, no quisiera tener tanto poder. Anticiparme a los deseos de alguien, saber de antemano, conocer el engaño, los sentimientos y las ilusiones de los demás, saber qué tengo que decir, saber qué quieren escuchar (¿estoy gorda cariño?, ¿te importa que me vaya de cañas con los amigotes amor?...). Repito, tanto poder me da vértigo….

Claro que si lo tuviera ¿rechazaría ese don de los dioses?. ¿Lo utilizaría en pro de la humanidad o caería en la tentación de sacarle un cuantioso beneficio?. Afortunadamente para mí y para vosotros (porque sí agenderos, yo sería de las que lo utilizaría en mi provecho…) carezco de este poder especial, y bastante tengo con entender lo que me dicen como para encima jugar a adivinar lo que “no me dicen”.

Quién dicen que sí que sabe mirar a los ojos y:- sé lo que estás pensando- es Luis Pardo. Claro que lo que no sabe Luis (¿o tal vez sí?) es que su éxito no radica en su poder, sino en el poder que creemos que tiene. Y claro, así cantamos como pajaritos todo lo que nos cruza por la mente.

De todas formas, no es mal chico este Luis, y para que no pensemos lo peor de él (tened en cuenta que aunque quisiéramos no se lo podríamos ocultar) nos aclara que en esto del mentalismo hay muy poquito de “don”, mucho de psicología y de quinesia (estudio de los movimientos corporales) y sobretodo grandes dosis de ilusionismo. ¡Pues me quedo mucho más tranquila, la verdad!.

Y si os queréis quedar tranquilos vosotros también os recomiendo ir a ver su espectáculo “mental” que se representa ahora en el Teatro Infanta Isabel (c/ Barquillo 24) hasta el próximo 25 Octubre.

Por cierto, que él si que utiliza sus poderes para hacer el bien, y por eso cada noche, uno de los asistentes a su espectáculo conseguirá renunciar al vicio de fumar. Eso es lo que este señor afirma.

Sí…sé lo que estáis pensando…

EXPOSICIONES

Escenografías. Hace años salí con un director de cine (si, a ver si os creéis que a mí lo de gafapastera me ha venido solo)… bueno para ser exactos, director, director no era, así que vuelvo a empezar.

Escenografías. Hace años salí con uno que para mi sorpresa y sobretodo para la suya, dirigió una película. Durante el proceso de creación que llevó desde que se le encendió la bombilla hasta que por fin se apagaron las luces de la sala, aprendí que no es oro todo lo que reluce, que no hay margen para la improvisación y que detrás de una película hay mucho trabajo (independientemente de que la cinta sea luego buena o mala).

Yo ya sabía que a la hora de hacer una película era fundamental que hubiera un director, un guionista, un productor, unos actores, un cámara, uno que entienda de sonido, otro que sepa montar bien las escenas, un maquillador, uno de vestuario…y otros muchos personajes catalogados como “ayudantes de…” o “técnicos en..”. Sabía todo esto y también que si no hay un buen guión, no vale de nada (o de casi nada) todo lo demás (aun recuerdo la magistral actuación de Santiago Ramos en Como un relámpago ¿y quién se acuerda de eso? probablemente él y yo…), porque lo que importa es la historia que se cuenta.

Sin embargo desconocía que un guión no sólo se escribe sino que además se pinta y que si no hay un buen cuadro, tampoco habrá una buena película. Total, que me enteré que antes de rodar, o tienes un storyboard (fotogramas retratados), o estás perdido. No importa que el dibujo no vaya a terminar en los desvanes del Prado, pero sí que refleje cómo será una escena, y la siguiente, y la siguiente. No importa que los colores elegidos no sean los más propicios, ni que la cara que se pinte no sea la que luego se vea en la pantalla…importa que cuando se oiga “acción” y el clic de la claqueta, todos sepan cómo, cuando y donde se desarrolla esa toma.

Pero claro, a veces hay quien no se conforma con hacer garabatos y “pinta” verdaderas obras de arte como es el caso de Fernando Sáenz. Y es que algunas películas no serían lo mismo si antes no hubieran pasado por sus lápices. ¿Quién si no imaginó ese pueblo tan peculiar y hoy aclamado de “Amanece que no es poco”?

En la Galería Multiplicidades (C/ Escalinata 1) se exponen estos días algunos de sus trabajos más representativos. Yo de vosotros no me lo perdería.

SECCIÓN LIBROS

El Barón Rampante. La semana pasada recuperé un CD que tenía olvidado y con él una canción más olvidada aún. La canción era "El reencuentro de Viola y el Barón", su autor Pedro Guerra (no quiero ni una risa) y está inspirada en la historia de “El Barón Rampante” de Italo Calvino. Y la canción me trajo a la memoria el libro y el libro a su vez me recordó esta sección taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan abandonada por sus colaboradores habituales.

Por eso, y para no descuidar el espacio dedicado al noble arte de la lectura, vuelvo a la carga y vuelvo a recomendaros un librito para esas tardes otoñales que tanto os gustan.

El Barón Rampante. Tres cosas me fascinaron de este cuento cuando lo leí. La primera, comprobar lo que los hombres son capaces de hacer por mantener sus convicciones (Cosimo se sube a un árbol para no tener que comer caracoles…y jura no poner nunca más los pies en la tierra) y la delgada línea que separa la rebeldía de la cabezonería. La segunda, que las vidas “no convencionales” pueden parecer más atractivas e intensas que las socialmente aceptadas, pero que éstas también cuentan con sus rutinas y sus desganas y que por eso, el placer de vivir no depende tanto de la vida que se tenga, sino de quién sea el que la viva. Y la tercera (esto es un descubrimiento reciente), que a veces podemos llevar esa vida “plena y realizada” que queremos porque tenemos al lado a alguien que se ocupa de las cosas mundanas que tanta pereza nos da hacer.

Por supuesto, y como no podía ser menos, este relato cuenta también con una historia de amor: la pasión entre el barón rebelde y una dama altanera que un día miró hacia arriba y subió (literalmente) al cielo.

Si queréis saber si fue un amor de altos vuelos o si Cosimo al final pisó el suelo, ya sabéis…abrid el libro y leed(lo).

Si alguien lo quiere está a su disposición (libro y canción).

En fin parexelianos y gentes de otras galaxias, alegrad esa cara, primero porque ¡por fin es viernes! y luego porque vuestros deseos se han hecho realidad: iel otoño de ahora no es otoño, es una primavera (¿será que vamos para atrás?). Así que ya sabéis, disfrutad de estos días, de la luz que aún nos queda, de salir a la calle, de mirar a otras vidas sin olvidarse de vivir la propia. Y como siempre y por favor, mucho cuidado, que si me falta alguno el lunes, me enfadaré, treparé a lo alto de un árbol y allí me quedaré.