La verdad y nada más que la verdad de lo que ocurrió en el Fitting Room de Bilbao

Agenderos, la ocasión lo merece y aunque no es viernes sino miércoles, escribo la crónica de lo que en el Fitting room ocurrió tal y como os prometí.

Para no saber nadie (ni organizadores, ni participantes ni mucho menos el público) en lo que consistía esto del Fitting room, llama la atención que todo el mundo supiera perfectamente lo qué había y tenía que hacer. Y así, después una maratoniana jornada, puedo decir que el balance fue positivo tanto para los unos como para los otros.

Los primeros, aquellos que habían apostado por este acto, se felicitaron del éxito de su idea y prometieron volver a llevarla a cabo de nuevo. Los segundos, profesionales del diseño y del arte sonrieron por las ventas, los contactos y la publicidad de sus creaciones. Y los terceros, el público, aplaudió la novedad de asistir a un acto singular que les permitió, no sólo refugiarse por unas horas del mal tiempo,. sino que también les dejó llenarse los bolsillos de creaciones únicas.

La publicidad anunciaba: Un original e innovador evento que reúne a 24 profesionales del mundo del arte, la moda y las tendencias en el Hotel López de Haro. A lo largo de dos plantas los participantes presentarán sus más novedosas creaciones. 24 habitaciones reflejan la propia personalidad del artista, ambientados al más mínimo detalle y convirtiéndolas así en mágicas obras de arte.

No puedo decir que no fuera un evento original e innovador, porque sinceramente lo era. Tampoco puedo negar que por allí pararan 24 profesionales, ni tampoco que no hubiera 24 habitaciones reflejando el estilo y la personalidad de cada uno de ellos. Sin embargo agenderos, os confieso que me pierdo cuando tengo que catalogar de ¿arte?, ¿moda?, ¿tendencias? Todo lo que allí vi.

Quizás fueran arte las creaciones en plástico de Melissa Shoes, pero como ella misma confesó, hasta el momento no había convencido a muchos para que se calzaran esos zapatos. Quizás fueran arte los diseños de Retal Reciclaje Creativo, y quién sabe si tal vez ese arte se ponga pronto de moda. Quizás fuera arte la tendencia que tiene Anillarte de utilizar arandelas para crear complementos inimaginables. Reconozco que hay que tener arte (el de Silvia de Artza) para convencer(nos) de que a pesar de lo que digan las tendencias, las corbatas nunca pasan de moda si se saben reciclar. Y aplaudo el arte de saber vender algo que ya se tiene (pero que no se ve) y convertirlo en algo único, irrepetible y “visible” tal y como hacen los chicos de Decor ADN.

Quizás opine esto porque fui una simple espectadora. Una espectadora que sin embargo, tuvo la suerte de observar lo que allí ocurrió desde ambos lados de la barrera. Porque pude mirar lo que había dentro de todos los “vestidores” y también pude mirar lo que entraba de fuera “a uno de ellos”, concretamente al de la habitación 306.

La habitación 306 era la oveja negra del Fitting room. No respiraba aire “bohemio” ni tampoco tenía ese look alternativo que derrochaban los otros espacios. La habitación 306 no estaba decorada con tules, ni sedas, ni tampoco las cortinas estaban echadas para dar un ambiente más íntimo. No tenía las paredes forradas de papel ni el techo color negro. No, la habitación 306, era una espacio luminoso, amplio, y minimalista.

En la habitación 306 no se mostraban joyas, complementos, o ropa, y nadie se probaba nada. Y eso agenderos, fue lo que le dio éxito pero también lo que originó su único fracaso.

Éxito porque nadie más exponía lo que allí había (cuadros de ADN). Éxito por la novedad que esto suponía. Éxito por darse a conocer y sobre todo éxito por extender una idea innovadora: el arte de la ciencia o la ciencia como arte.

Pero también y como he dicho fracaso. Porque a pesar de las explicaciones, a pesar de contar una y otra vez como se hace un cuadro de ADN, a pesar de las posibilidades como regalo de bautizo, boda, empresa, etc… no se logró sacar ni una torunda de su tubo (y mira que lo intentaron con esa coletilla de “como en CSI”). De todas formas, yo no me desanimaría. Creo simplemente, que el mundo de la moda, el arte y las tendencias necesita algo más de tiempo para abrir la boca y “dejarse coger una muestra”.

Claro que a veces no se puede luchar contra los elementos y de nada sirve el valor de ser “un cuadro único” cuando te replican que “si los hicierais todos iguales y en serie, pues sería más barato ¿no? (claro mona, y si hicieran fotocopias mucho más….). Tampoco hay más leña que la que arde cuando una “Sofia Mazagatos de Bilbao” te pregunta cómo se mira el ADN por el “telescopio” (juro que esto es verídico). Y por si alguno tiene estas mismas preguntas que algunos de los de allí, os diré, “que no se pueden hacer clones con este ADN”, “que los cuadros no pueden contener información médica ni sanitaria” y “no, no te van a dar ninguna interpretación genética por mucho que se lo pidas.

Es sólo un cuadro. Un cuadro que se pinta con “tus pinturas”. Nada más.

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